Nada hay más personal, más íntimo para cualquier mujer, que la decisión de gestar y dar a luz una hija o un hijo. Nosotras somos las que nos quedamos preñadas, las que disfrutamos y sufrimos el embarazo, las que apostamos nuestra vida, las que parimos.
No hay mayor violación que la consistente en que los machoman del Estado burgués hurguen en nuestras entrañas, que nos obliguen a fabricar en nuestros úteros su mano de obra barata del futuro: no otra cosa somos para ellos las proletarias.